Para comprar un móvil en China, además de pagar el precio hay que acceder al reconocimiento facial.

Recientemente hemos conocido una noticia polémica que ha avivado el debate sobre el uso de nuevas tecnologías en la privacidad de la población. Y no es para menos, ya que China a comienzos de este mes ha asentado un precedente peligroso a nivel mundial.

A partir de ahora, los ciudadanos chinos deben acceder a registrar los parámetros biométricos faciales si desean adquirir un teléfono móvil nuevo. Desde Pekín se argumenta que han adoptado estas medidas con la finalidad de “proteger los derechos y los intereses legítimos de los ciudadanos en el ciberespacio” pero las alarmas se han disparado, pues entendemos que lo que persiguen las autoridades es verificar las identidades de todos los usuarios en Internet, suponiendo una restricción para todas las personas que sólo buscan comunicarse libremente.

Actualmente China cuenta con una tecnología poco fiable, generalizada e innecesaria para llevar a cabo este “control” de la sociedad china. No olvidemos que ya existe una política de registro de la tarjeta SIM, por lo que el Estado ya es conocedor de la identidad del propietario de una SIM mediante identificación oficial, pasaporte o comprobante de domicilio. De esta manera, el registro obligatorio de la tarjeta SIM erradica el potencial problema del anonimato de las comunicaciones, pues permite el seguimiento de la ubicación y la vigilancia e intercepción de las comunicaciones. Numerosos estudios han afirmado que esta medida atenta contra el derecho a la privacidad y representa una amenaza para grupos vulnerables, siendo además una medida ineficaz para reducir el abuso de los servicios de telecomunicaciones para actividades criminales y fraudulentas. De hecho, han aumentado los delitos de suplantación de identidad, fomentando así el crecimiento del mercado negro para todos aquellos que desean permanecer en el anonimato, así como la compra de SIM extranjeras o el uso de teléfonos satélites para evitar completar los requisitos del registro de la tarjeta. David Kaye, profesor de derecho en la Universidad de California y relator especial de la ONU sobre la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y Expresión ya señaló “el registro obligatorio de la tarjeta SIM puede proporcionar a los gobiernos la capacidad de monitorear a los individuos y periodistas mucho más allá de cualquier interés legítimo del gobierno”.

Por lo que, si ya han sido numerosos los opositores al registro de la SIM, la noticia del registro facial para la compra de un dispositivo móvil ha avivado aún más el debate.
Jeffery Ding, experto en inteligencia artificial de la Universidad de Oxford, advierte que las autoridades chinas utilizarán el reconocimiento facial para “seguir a la población y vigilar comentarios y acciones”, como señaló ante el medio Taiwan News.

Existen precedentes de notoria importancia sobre la vigilancia de la población en China mediante el uso de tecnología basada en reconocimiento facial, como la detención de más de un millón de la minoría musulmana de los uigures en 2018 o la noticia de un instituto de secundaria en Hangzhou que instaló cámaras dotadas de tecnología de reconocimiento facial en las aulas, de manera que escanearan las expresiones de los alumnos cada 30 segundos, clasificándolas en emociones y medir así su nivel de concentración, lo cual generaba una puntuación por alumno que se mostraba públicamente en la pantalla del aula y en el pasillo, de manera que todo el centro pudiera comparar su rendimiento.

Pese a que pueda tener determinados beneficios, son muchos los efectos negativos que una medida de esta naturaleza puede ocasionar.

Un Estado que no cuenta con importantes leyes de protección de datos y que se preocupe realmente por la privacidad de los ciudadanos, no está preparado para utilizar este tipo de tecnología. Los críticos y defensores de países que sí que gozan de normativa robusta en protección de datos, han mostrado su preocupación ante esta noticia por la falta de protecciones y salvaguardas.
Otro debate sería si las autoridades chinas están realmente preparadas para realizar este tratamiento de datos personales, estando blindadas antes futuros ataques de ciberseguridad. Sería un grave error si se descubren vulnerabilidades en la seguridad después de que ya exista una importante base de datos con datos de reconocimiento facial.